Se trata de una de nuestras primeras obras, en la que se nos impuso el ladrillo cerámico visto de la comarca de La Sagra en el entorno de Toledo.

El discurso proyectual supone un proceso de elaboración geométrica, especialmente propiciado por la singular implantación urbana de la edificación y facilitado, sin duda, por el esquematismo relativo del programa funcional a desarrollar.

Desde este planteamiento básico, el edificio es entendió como un juego entre volúmenes servidores y servidos, perfectamente delimitado y acotado, en cuyo diálogo apenas hay lugar a dudas de lectura o interpretación.

Un prisma de planta triangular alberga el vaso principal de 25 x 12,5 metros en torno al cual se organizan los elementos vinculados como satélites, los vestuarios a cada uno de sus lados con el ingreso en el vértice del triángulo equilátero. En la planta inferior se ubican las instalaciones de depuración y almacenes. En la planta superior, aprovechando la sección diagonal, se colocan los espacios destinados al público visitante, con graderío sobre el espacio central, cafetería y aulas, separados por un acristalamiento con visión directa de cuanto acontece en el vaso de piscina pero térmicamente separados por motivo de confort y optimización de los consumos de energía. En el lado opuesto al ingreso, paralelo al vaso, un muro cortina introduce la luz natural y el sol en invierno colaborando al mantenimiento de los niveles térmicos del edificio.

El proyecto agradó tanto a los responsables de la Consejería de Educación y Cultura que decidieron convertirlo en “modelo tipo”. Se construyeron otros dos edificios gemelos, uno en Ciudad Real y otro en Hellín (Albacete).