En el año 1933 se inauguró en Toledo el Puente Nuevo de Alcántara, con una longitud total de 79 metros, incluido estribos. En los extremos se levantaron fuertes muros asentados sobre roca viva con contrafuertes. El puente dispone de un solo arco escarzano de 43,30 metros de luz que apoya en las basas de estribos sobre salmeres sobresalientes. La rasante del piso está a 15 metros del nivel medio de la superficie del río. El arco tiene un espesor de 1,23 metros en la clave y de 1,83 metros en los arranques, realizado íntegramente en hormigón en masa. El puente cuenta con un indudable valor en una ciudad patrimonio de la Humanidad, próximo al Puente de Alcántara.
El puente con una anchura libre de 7,00 m, fue concebido exclusivamente para tráfico rodado, con dos carriles de 3,50 m y ninguna zona para el paso peatonal y ciclista.
La obra consiste en la ampliación de la plataforma del puente hasta una anchura de 11,70 metros, generando en los laterales los pasos peatonales y dejando la sección del puente actual para tráfico rodado. La ampliación es simétrica y se materializará con prelosas de hormigón prefabricadas de 12,00 m de anchura apoyadas sobre la estructura existente y una losa “in situ” de hormigón ligero.
Se han realizado estudios rigurosos de la estructura para comprobar su resistencia ante el incremento de carga que supone la ampliación. Durante la obra se han corregido diversas patologías que acusaba la estructura. Lo que ha llevado a un recalce de las cimentaciones mediante una pantalla de micropilotes, de complicada ejecución por la corriente del Tajo.
Se han cuidado al máximo todos los detalles estéticos de la ampliación para compatibilizarlo con la responsabilidad de la actuación junto al casco histórico de Toledo y se le ha dotado de una iluminación artística.