Se trata de nuestra primera obra.
El terreno propuesto por el Ayuntamiento de la localidad para la construcción del campamento, situado en plena naturaleza, ocupa 4,5 hectáreas de naturaleza virgen en el lado norte de un valle de los Montes de Toledo, poblado por enebros, rebollos, pinos y jaras, a tres kilómetros de Navahermosa, en el cual las pequeñas edificaciones de carácter agrícola y ganadero salpican de color blanco el fondo verde.
Estas pequeñas labranzas están dominadas por la presencia de la ermita de «La Milagra». Se pretende que nuestra actuación se entienda como otro elemento más del valle, junto a la ermita, las huertas y las casa de labor.
El análisis de la arquitectura vernácula, propia del valle nos da una serie de elementos comunes que intentamos reflejar en nuestro proyecto, edificios pequeños con diversas funciones, que se agrupan caprichosamente entorno a un espacio común, formando pequeños conjuntos, con volúmenes sencillos consiguiendo un aspecto exterior muy rico en puntos de vista, los materiales que se utilizan son los que le ofrece la naturaleza del lugar, muros de piedra encalados, que dan al color blanco una rica textura, cubiertas de teja árabe de color rojo, sobre sencillas estructuras de madera, grandes cercas ganaderas de mampuestos de piedra.
Con estos parámetros de partida, nuestra construcción se compone de cuatro pequeños edificios de formas sencillas, y color blanco
Tomamos la decisión de dividir las diversas funciones del programa del campamento en varios edificios evitando un único volumen polifuncional que rompiera la escala de las pequeñas contrucciones del valle.
Los cuatro edificios y la piscina se articulan en torno al espacio central de la entrada.
Se ha cuidado el recorrido de aproximación, el aspecto cambiante del conjunto según nos aproximamos a la entrada.
Las zonas de acampada se sitúan protegidas del bullicio separadas prudencialmente de los edificios, en espacios recogidos y adaptándose al terreno.